Los mercados se deshacen de los políticos y de los devotos de la democracia.
Silvio Berlusconi en Italia, Georges Papandreu en Gracia, José Sócrates en Portugal, Brian Cowen en Irlanda, todos fueron forzados a la dimisión, no por las manifestaciones en las calles como en los países árabes o por las urnas, sino por los mercados.
Son ellos los que acechan a Francia y la obligan a tomar, a su vez, medidas de austeridad si Paris no quiere perder su triple A en las agencias de notación.
La crisis del euro es reveladora de la influencia de los mercados sobre la política. Son ellos que ponen la presión, hacen subir los tipos de interés de la deuda pública que termina por estrangular a los Estados endeudados, juegan con los nervios, deciden quien debe caer y cuando, obligan a los políticos a imponer curas de austeridad que socavan el crecimiento que esos mismos mercados reclaman.
Los mercados, esos dictadores de los tiempos modernos que carecen de rostro, son los financieros, inversores y especuladores que tiran de las cuerdas de las marionetas en la opacidad de las bolsas y oficinas de traders. Son anónimos que no tienen ninguna legitimidad democrática y que, sin embargo, se sustituyen, deshaciendo gobiernos y dictando la dirección a seguir a los políticos.
Esto es una paradoja increíble, ahora que celebramos y apoyamos el regreso de la democracia a los países árabes, el mundo da un giro para someterse a la dictatura de los mercados.
Los mercados, esos dictadores de los tiempos modernos que carecen de rostro, son los financieros, inversores y especuladores que tiran de las cuerdas de las marionetas en la opacidad de las bolsas y oficinas de traders. Son anónimos que no tienen ninguna legitimidad democrática y que, sin embargo, se sustituyen, deshaciendo gobiernos y dictando la dirección a seguir a los políticos.
Esto es una paradoja increíble, ahora que celebramos y apoyamos el regreso de la democracia a los países árabes, el mundo da un giro para someterse a la dictatura de los mercados.
Fragilizados, por la deuda pública, e incapaces de ponerse de acuerdo para imponer las reglas de juego a los mercados, le abrieron una autovía en la que se metieron a toda velocidad los especuladores, verdaderos depredadores sin escrúpulos.
Las lagunas y los errores políticos no explican todo. Los mercados tienen sus cabezas de turco. Silvio Berlusconi, no era digno de confianza, pero por razones distintas al estado de las finanzas de Roma. El déficit de Italia, no es tal que justifique tipos de interés tan altos y son esos tipos los que estrangulan la península italiana.
Las lagunas y los errores políticos no explican todo. Los mercados tienen sus cabezas de turco. Silvio Berlusconi, no era digno de confianza, pero por razones distintas al estado de las finanzas de Roma. El déficit de Italia, no es tal que justifique tipos de interés tan altos y son esos tipos los que estrangulan la península italiana.
Esos tipos de interés son puramente especulativos. Veamos nuestro país bajo la presidencia de Zapatero: Los mercados nos atacan cuando la deuda es de 40% del PIB, por debajo del 60% del límite fijado por el tratado de Maastrich.
La deuda de Irlanda era del 25% cuando sufrió el asalto de los mercados.
Hoy nos dicen que España tiene que pagar un interés del 7%, cuando Inglaterra, en peor estado, solo paga el 3%.
Los mercados no obedecen a reglas claras. Simplemente no tienen reglas. Especulan y reaccionan tanto a los rumores como a la realidad, calculan la confianza sin criterios lisibles.
Es ese mundo obscuro que se impone hoy, a todos y a todo, tanto a los políticos como a la economía, con la misma incoherencia.
La finanza se separó de la economía real, ya no esta para ayudarla, tiene su propia finalidad, es un mundo aparte que está a los mandos de todo.
Los políticos están asediados por la urgencia, pero no acabarán con ella porque las nuevas tecnologías aceleraron los acontecimientos en las finanzas y los mercados.