En los años 1970 emerge un fenómeno que desembocará en
la crisis que conocemos hoy: la privatización parcial de los impuestos a través
del recurso de los Estados a la deuda pública.
En la
incertidumbre generalizada de los años 1970, los multimillonarios y los
dirigentes políticos se apuntan a la teoría monetarista de Milton Friedman.
Friedman,
siguiendo el razonamiento de Hayek, preconiza la privatización de los servicios
de interés general y la reducción de los impuestos al mínimo imprescindible.
Desde entonces,
los dirigentes europeos, con leyes mal pensadas, queriendo o sin querer, poco a
poco le fueron entregando el poder a los dueños del capital que gestionan
grandes fortunas y fondos de pensión, endeudándose año tras año hasta
desembocar en una crisis financiera.
El resultado fue claro y no admite discusión. Esas
leyes desembocaron en un efecto contrario a su objetivo. Los estados nunca
consiguieron presentar presupuestos equilibrados.
En los años 2000, se pasó a otra etapa con la
colaboración público-privado, debilitando lo público. Los multimillonarios
invierten en proyectos públicos como autopistas, hospitales… a cambio de
confortables intereses fijos y sin riesgo. Esto equivale a una privatización de
las finanzas públicas.
Los Gobiernos, en materia de impuestos, tienen que
regresar a tiempos pasados. Dejar de pedir dinero en los mercados para
financiarse y hacerlo solo a través de la recaudación fiscal, la ventaja sería
que nos ahorraríamos los intereses de una deuda que nos tiene ahogados y solo
hace incrementar la cuenta de los financieros especuladores. Una deuda que
finalmente tenemos que pagar todos los españoles con agrado o a la fuerza.
La lista de países súper endeudados, en la UE, es
larga: Islandia, Irlanda, Portugal, Grecia, el último en caer Chipre. ¿Quien
será el siguiente? España está medio rescatada, pagando unos intereses que
llegaron a superar el 7%.
En 2012 los intereses de la deuda batieron un primer record con 28.876
millones de euros, en 2013 se prevé que la cifra sea, según Mariano Rajoy, de
unos 38.000 millones, su nivel más alto en
quince años y se convierte en la segunda partida más importante de las
cuentas públicas, superando de largo a los gastos de personal, que se
mantendrán cerca de los 27.338 millones.
El año que menos intereses pagamos en los últimos seis
años fue 2007, 14.996 millones de euros, inicio de la segunda legislatura de
José Luis R. Zapatero. En total, desde 2005, los españoles pagamos, solo de
intereses de la deuda, 198.556 millones. Esta cantidad es lo que nos hubiésemos
ahorrado si nos financiásemos solo a través de los impuestos. Dicho de otra
forma los españoles pagamos a
especuladores en 6 años 198.556 millones de euros, al mismo tiempo que
reducimos nuestro estado de bienestar en otro tanto.
En 2012, la deuda pública española batió un nuevo record,
con un incremento sin precedentes de 148.000 millones de euros, más de 400
millones diarios. Si añadimos a esto los 28.876 millones de intereses, llegamos
a la astronómica cifra de 227.432 millones que tenemos que devolver todos los
españoles en un año o lo que es lo mismo unos 623 millones por día, un lastre
para la economía española.
Esta inmensa deuda, queramos o no, la tenemos que pagar los que
vivimos en España, vía impuestos, tasas, recortes en educación, sanidad, copagos, céntimo sanitario...
Prescindiendo del dinero de los mercados, no tendríamos que
pagar más impuestos, evidente mente se necesitaría subir la tasa de imposición para
compensar esa diferencia, con cuatro ventajas:
1) Nos ahorraríamos los 38.000 millones
de intereses en este 2013, que podríamos emplear para bajar los impuestos o
destinarlos a crear empleo de calidad.
2) Como
los impuestos son progresivos,
pagarían más los que más tienen. Ahora los recortes o el copago sanitario son
iguales para todos, perjudicando más a los que menos tienen.
3) No estaríamos a la merced de los
mercados, amenazados todos los días con la prima de riesgo o un embargo internacional.
4) Esta forma de financiarse le saldría
más barata a los españoles y podríamos mantener el estado de bienestar que
queremos, sin que venga nadie del extranjero a decirnos lo que tenemos que
recortar.
La consecuencia sería que los financieros
especuladores se quedarían, en este 2013, sin los 38.000 millones de euros y no
estarían nada contentos…