El "Made in
Bangladesh" está impregnado de drama y escándalo.
Fueron necesarias 1.127 víctimas en el derrumbe de un edificio, donde se encontraban fábricas de ropa, en las afueras de Dhaka, para recordarnos que los textiles baratos se pagan con condiciones laborales vergonzosas.
Fueron necesarias 1.127 víctimas en el derrumbe de un edificio, donde se encontraban fábricas de ropa, en las afueras de Dhaka, para recordarnos que los textiles baratos se pagan con condiciones laborales vergonzosas.
El derrumbe llevó a la
muerte a estos esclavos de los tiempos modernos, que son las manos pequeñas de
los países en desarrollo.
Particularmente
repugnante, la irresponsabilidad de un jefe que obligó a su personal a
permanecer en su puesto en el interior de un edificio, en el que aparecían
grietas por todas partes, amenazando con no pagar los salarios al que abandonase
el trabajo.
La mayoría de los
empleados no se atrevieron a desobedecer la orden, a pesar de un salario
miserable, menos de 40 euros al mes por 10 a 16 horas al día y seis días a la
semana, cinco veces menos que en China. Esto explica por qué el "Made in
Bangladesh" está suplantando al "Made in China" en las etiquetas
de la ropa.
Esta tragedia no es la primera. Durante años, se produjeron un
elevado número de accidentes sin graves consecuencias. La tragedia de Dhaka es
sin embargo la más grave ocurrida en este país, el segundo mayor exportador del
mundo de la ropa debido a su mano de obra abundante y barata.
La responsabilidad de esta tragedia no es solo la de un patrón
corrupto. El Estado también es responsable. Hay reglas, pero la corrupción las
hace ineficaces. Treinta grandes propietarios de las fábricas textiles se
sientan en el Parlamento y legislan.
Con un sector textil que representa
el 80% de sus exportaciones, Bangladesh, teme la competencia extranjera, sobre
todo de Vietnam. Así que cierra los ojos.
Las principales marcas de prêt-à-porter también son responsables. Imponen los precios y los plazos, obligando a los fabricantes a trasmitir toda la presión sobre los subcontratistas que a menudo operan ilegalmente.
Las principales marcas de prêt-à-porter también son responsables. Imponen los precios y los plazos, obligando a los fabricantes a trasmitir toda la presión sobre los subcontratistas que a menudo operan ilegalmente.
Toda esta cadena de
escándalos finalmente solo tiene un objetivo, satisfacer nuestra insaciable
demanda de productos a precios muy bajos. Finalmente los consumidores también
tenemos una parte de responsabilidad. Deberíamos exigir a las marcas que
condicionen los pedidos a un trabajo decente, o al menos elegir las marcas que
se comprometen a hacerlo.
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