Derribado hace
veinticinco años, el muro de Berlín se convirtió en un sitio histórico y
turístico que se visita como la Muralla china, esa defensa que protegía el
imperio medio de los nómadas que llegaban del norte durante cerca de 2000 años.
Desde 1961, el
muro de Berlín fue el símbolo emblemático de una cortina de hierro a la vez
geográfica, entre el este y el oeste de Europa, e ideológica, entre el
capitalismo y el comunismo. Su destrucción fue como un seísmo de escala
mundial, pero como un seísmo, esta destrucción produce réplicas inquietantes a
las fronteras de la actual Rusia. Podríamos decir que el muro de Berlín aun se
sigue moviendo.
Pero sobretodo,
el muro de Berlín tiene una numerosa descendencia. Desde su destrucción, más de
cincuenta muros fueron construidos a través del mundo. Unos, para disuadir a los
emigrantes, como el construido entre Estados Unidos y Méjico o entre Melilla y
Marruecos. Otros separan pueblos como los de Israel y Palestina.
La fiesta en Berlín
no puede ser total, no solo por los problemas de Ucrania, también en razón del
incendio que se está preparando entre Israel y palestinos.
El muro de
separación, la colonización, las humillaciones, las frustraciones, las
destrucciones y los muertos de Gaza, un
futuro incierto, todo lleva a una tercera Intifada, después de las de
1987 y 2001.
El muro de
Berlín terminó cediendo ante la presión de los ciudadanos asfixiados por un
sistema opresor, pero también fue necesaria la aparición de un dirigente soviético
lucido y con ideas claras, Mihail Gorbatchev, que prefiere la libertad de los
pueblos a la represión de los carros. Con Vlademir Putin, el muro de Berlín
estaría en pie.
En Oriente
Próximo, la presión popular aun está contenida por la potencia militar de las
fuerzas armadas Israelíes y, Benyamin Ntetanyahu nunca será el Gorbatchev de
Israel. La presión debe llegar de la comunidad internacional, con el
reconocimiento de Palestina como lo hizo recientemente Suecia o recientemente el
jefe de la diplomacia europea en Jerusalén.
Esa presión
puede dar resultados. Israel cuenta con EEUU, pero Washington también se cansa.
El estado Hebreo debe su existencia al reconocimiento de las Naciones Unidas en
1947. Un aislamiento internacional tocaría el corazón mismo de su existencia!