viernes, 7 de noviembre de 2014

Descubierta una práctica escandalosa

 
Es un enorme escándalo! Nadie es tan ingenuo como para ignorar los montajes jurídicos operados por las grandes empresas internacionales.
La investigación realizada por un grupo de periodistas internacionales, no pone a descubierto solo el eje de evasión fiscal que es Luxemburgo, también las grietas de la reglamentación internacional en materia de imposición fiscal de las empresas.
Aquí también existe una paradoja. La Unión Europea que presiona a los estados para que lleven a cabo una mayor liberalización de su economía, permite paraísos fiscales en su seno. Eso pone en evidencia que quien maneja realmente las cuerdas de las marionetas del poder son las multinacionales.
Legalmente y moralmente, cada uno debe pagar sus impuestos allí dónde gana su dinero. Eso es válido para las personas y debería serlo también para las empresas!
Para las personas, el intercambio automático de información pondrá fin al secreto bancario y terminará con la evasión y el fraude fiscal.
Para las empresas, nada de eso. La práctica es la optimización fiscal, es decir, encontrar los mejores medios para no pagar impuestos o lo menos posible.
Para Luxemburgo esta práctica es su deporte nacional. El Gran Ducado implantó unas normas administrativas que permiten, a las empresas extranjeras, escapar al fisco del país donde realizan sus actividades

El campeón de esta actividad es Ikea, número uno del mueble desmontado. No sorprende que su patrón sea uno de los hombres más ricos del mundo. No es el único, los resultados de la investigación dan una lista de más de 300 empresas que se benefician de las ventajas luxemburguesas, de las cuales, 67 son suizas y esto no es un chiste. Suiza, presionada de todas partes por sus ventajas fiscales “ventajosas para las multinacionales”, es también víctima del sistema.
El descubrimiento de estas prácticas escandalosas debería llevar a su prohibición a nivel internacional. No será simple, los gobernantes siempre ceden ante la potencia financiera de las multinacionales. Tampoco se puede contar con Luxemburgo puesto que quiere inscribir en sus leyes la práctica denunciada.
El nuevo presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Junker, antiguo ministro luxemburgués, no es el más indicado para hacer de policía vigilando prácticas que el mismo encubrió. Junker, dejó en este asunto su credibilidad. Lo más normal, coherente y ético sería que presentase su dimisión.
 
 


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