El primer ministro francés Manuel Valls
salvó lo esencial, obtuvo la confianza de la mayoría de la Asamblea nacional el
16 de septiembre, pero esa mayoría está a la altura de su índice de popularidad
y de confianza, como la de su presidente, en constante erosión…
Once de los 290 diputados socialistas
no votaron la confianza al primer gobierno de Vallas el 8 de abril pasado. Esta
vez fueron 32, tres veces más, es decir Manuel Valls no consiguió convencer a
los diputados socialistas, solo pudo salvar los muebles.
Ese voto de confianza no es una
sorpresa, el conjunto de la izquierda francesa no se reconoce en la política
social-liberal del Primer ministro socialista francés y del Presidente
Hollande, pero la izquierda no podía suicidarse provocando la dimisión de su
propio gobierno. Votando mayoritariamente contra el Gobierno de Valls, llevaría
a este a disolver la Asamblea nacional y convocar nuevas elecciones, esto sería
un desastre para los socialistas. Descontentos sí, kamikazes no.
Que esa confianza sea pequeña no es una
sorpresa. La remodelación del Gobierno Valls no permitió revertir la mala
situación económica y laboral esperada por los franceses.
Francia continua cayendo, el
crecimiento no se ve en el horizonte, el paro aumenta, la deuda sigue cuesta
arriba. Esto hace crecer la desconfianza de los franceses y de sus propios
diputados. Francia duda y se desespera, el voto de confianza refleja el
sentimiento de los franceses…
Manuel Valls no pudo convencer a los
suyos conservando el rumbo de una política que no demostró resultados. Su
discurso no ofreció nada nuevo, solo una o dos proposiciones menores que no
serán suficientes para esperar un cambio importante.
El cambio necesitaría el anuncio de
medidas fuertes, la determinación de reformas importantes. Manuel Valls se
contentó con un diagnostico de la situación y el recuerdo de medias medidas
tomadas. Solo buscó preservar su mayoría parlamentaria, una decisión
arriesgada… Su mayoría se diluye y su política, si no da resultados
rápidamente, lo llevará a la puerta de salida de Matignon…
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