Los españoles siempre responden con generosidad
frente a la necesidad de ayuda a seres humanos, sea por la crisis, frente a
catástrofes naturales o medioambientales. Lo hemos visto con el Prestige, con
el terremoto de Haití, lo vemos ahora con los bancos de alimentos y el tifón
Haiyan en Filipinas de hace 10 días.
La primera y más importante ayuda internacional llega
sobre todo de la parte de los americanos, presentes en la región, apoyando a la
armada filipina en su lucha contra los separatistas.
La urgencia está en todas partes en esa región
devastada. El agua y los alimentos son la urgencia absoluta y la ayuda
internacional tarda en llegar.
Ayudar a Filipinas es una necesidad a pesar de
que los dirigentes de Manila no hayan puesto todos los medios para anticipar
los riesgos inherentes a una catástrofe natural.
Filipinas tiene circunstancias atenuantes. Ese
país de 100 millones de habitantes está formado
por 7000 islas dispersadas en una superficie de 300.000 km2.
Es uno de los archipiélagos más expuestos a las
catástrofes naturales y al calentamiento global. Los desastres naturales
cuestan muy caro a Manila y todo ese dinero no está disponible para luchar
contra la pobreza en un país, donde el 40% de la población vive con menos de
dos dólares por día.
Las Filipinas consiguen salir adelante gracias a la
ayuda de sus emigrantes. Un filipino de cada diez vive y trabaja en el
extranjero, con frecuencia en condiciones terribles, consiguen ahorrar unos
dólares para mandarlos a la familia.
Los filipinos no son los únicos responsables, el
archipiélago paga un precio elevado como consecuencia de la irresponsabilidad
de los países ricos frente al cambio climático.
No se pueden relacionar directamente todas las
catástrofes naturales con el calentamiento global, pero los expertos confirman
la responsabilidad directa del hombre sobre ese fenómeno y advierten que en
razón de ese cambio, los fenómenos extremos aumentaran de intensidad. El banco
mundial confirmó que las pérdidas causadas por las catástrofes naturales
cuestan hoy cuatro veces más que en 1980.
La ayuda urgente es una necesidad para aliviar a las
víctimas. Reconstruir está muy bien, pero ya no es suficiente. Ningún dique,
ninguna construcción resistirá a la subida de los mares. La urgencia es el
clima, esperemos que la Conferencia sobre el clima que tendrá lugar en Varsovia
pase a la acción, algo más que Tokio o Durban. Mientras tanto las victimas
necesitan ayuda.
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