
Las mismísimas instituciones del
estado tocadas por la corrupción. La Infanta en el banquillo de acusados, Palma
Arena, Brugal, Púnica, Gürtel, tarjetas black, R. Rato, vicepresidente del
Gobierno de Aznar y presidente del FMI en el banquillo de los acusados, Aquamed
que hace dimitir al número tres de la vicepresidenta del Gobierno, y el
mismísimo partido del gobierno PP, inculpado por destruir pruebas de
corrupción.
Para coronar la obra unas
elecciones que no permiten gobernar a ningún partido y con un presidente en
funciones que renuncia, por razones tácticas, a formar gobierno!

La corrupción es un obstáculo
importante para el desarrollo, enriquece a un pequeño número de personas al
mismo tiempo que empobrece la sociedad, a la economía y al Estado.
Es una lacra que socava los
fundamentos del estado de derecho
y los fundamentos mismos de la
democracia, conduce a un mal uso
de los fondos públicos, distorsiona la
competencia y afecta al comercio y
la inversión. Esa es la razón por
la cual, la corrupción está ampliamente
reconocida como un serio problema por La
Convención de las Naciones Unidas Contra la Corrupción (CNUCC), cuya entrada en
vigor tuvo lugar el 14 de diciembre de 2001, es la convención más completa y de
mayor autoridad contra la corrupción.

La corrupción no es inevitable. Es necesario redoblar los esfuerzos
para combatirla en todos los frentes. Con este fin, debemos participar activamente en el desarrollo y la cooperación
internacional en la lucha contra esta lacra.
La corrupción es un círculo vicioso en los países pobres, pero en
España, considerado país rico, en plena euforia constructora y especuladora,
esa riqueza alimentaba la corrupción de los más ricos y poderosos del país.

Noruega, uno de los países con menor corrupción a nivel mundial,
ha establecido una brigada contra los
delitos económicos y descubrió prácticas que nadie
sospechaba.
En España, se ocultan o se intentan disimular hechos graves de
corrupción política y fiscal, financiación fraudulenta de partidos políticos o
evasión de capitales, sin esperanza de ver aumentar el presupuesto de los
inspectores de hacienda.
Crisis de
confianza
Los ciudadanos esperan que sus representantes se
muestren como ejemplo en términos de integridad, pero ven a los
políticos mirando más por el interés personal que por el general y junto con la
corrupción son los motivos de la crisis de confianza de la población en sus instituciones.
Llevamos tiempo hablando de la moral en la vida pública; ha llegado el momento de actuar con rapidez y contundencia. Nuestros líderes políticos
harían bien en poner en marcha un gran plan nacional de acción para fortalecer la ética y la
lucha contra la corrupción en la vida pública a todos los niveles. Este
plan debería contener condenas ejemplares para los corruptos y medidas para
prevenir y evitar la corrupción.