martes, 11 de marzo de 2014

Una guerra con las armas del hambre y las violaciones sin fin

 
El 15 de marzo la guerra de Siria entra en su cuarto año. En esta fecha, imitando a sus vecinos de la primavera árabe, comenzaban las manifestaciones masivas de los sirios para pedir más democrácia.
Al día siguiente empezaba la feroz represión del régimen de Bachar Al-Assad contra su pueblo, ese día en Deraa caían las cuatro primeras víctimas abatidas por las balas de los antidisturbios.
Tres años más tarde el balance es trágico: 140.000 muertos, de los cuales más de 10.000 niños menores de 16 años, 6 millones de desplazados en Siria, tres en el extranjero y un país en ruinas.
La violencia continua ante la casi indiferencia total, la misma ONU dejó de contabilizar las víctimas. El fracaso de la conferencia de Ginebra en febrero, deja las noticias sobre la guerra de Siria, en el mejor de los casos, como noticas breves de fin de telediarios.
¡Atroz indiferencia para una guerra atroz!
La impotencia frente a esta guerra atroz es tal que se borra de las pantallas y las conciencias. La vida en el mundo continua, un conflicto empuja a otro, un drama se añade al precedente. En este momento toda la atención del mundo está puesta en Ucrania y Rusia. Bachar Al-Assad puede continuar matando su propia población, los jihadistas que se infiltraron en el caos de la guerra pueden sembrar el terror, el mundo ya dejó de mirar en esa dirección. ¡Atroz indiferencia para una guerra atroz!
Gritos de alarma tratan de sacar al mundo de su torpor. El programa alimentario mundial (PAM) reclamaba fondos, necesita 40 millones de dólares por semana para llevar un poco de alimentos a la población asediada y hambrienta a las zonas parcialmente accesibles. Amnistía Internacional denunció el “hambre como arma de guerra” utilizada por el régimen sirio contra los refugiados de Yarmouk cerca de Damasco, mayoritariamente Palestinos desde hace unos 40 años.
A las denuncias de PAM y de Amnistía, que describen la crueldad de la guerra, añadimos testimonios de violaciones, también una arma de guerra terrorífica! Y pensar que esta guerra de bombas, de hambre y violaciones podría durar años es inaceptable en un mundo, parece ser, civilizado.
Patio de la Mezquita de los Omeyas en Damasco

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