Un golpe al estómago en la
primera vuelta, una derecha en plena cara en la segunda vuelta. Los franceses
dejaron ko a su gobierno y mostraron el desacuerdo con la política de François
Hollande.
Ese tipo de sanciones de
los franceses son habituales a media legislatura, pero esta vez tomó un cariz
inédito. En 2008, la izquierda ganó 506 ayuntamientos de más de 10 000 habitantes,
la derecha ganó 564 el domingo pasado. Importantes bastiones tradicionales de
la izquierda como Belfort o Montbéliard, bascularon a derecha y extrema
derecha. Esta derrota impuso, al presidente Hollande, cambios rápidos. Pero
cuales?
Los franceses sancionaron
a la vez la política y al equipo que la conduce. Las malas cifras del paro y el
aumento del endeudamiento muestran una Francia cuesta abajo.
Un cambio de rumbo parece
necesario, pero no se puede esperar de un presidente de izquierdas una política
de derechas. Un cambio de línea privaría al presidente Hollande del poco
crédito que le queda entre la opinión pública francesa que ya piensa que es un
presidente sin consistencia ni constancia. Eso llevó al Presidente a declarar
que no cambiaría el rumbo de su política. Solo le quedaba cambiar de equipo. La
sanción fue tal que sería de ciegos mantener al primer ministro Jean-Marc
Ayraul, frente al mensaje que le mandaron los franceses.
La nominación de Manuel
Valls, al puesto de primer Ministro, es lo que pedían las encuestas. El ex
ministro de Interior es el más popular del antiguo equipo. Su discurso claro,
el sentido de la comunicación y la firmeza de sus decisiones inspiran confianza.
Es la mejor opción posible en la situación actual francesa. Pero no lo es para los que están más a la
izquierda ni para los verdes, que no les gusta en razón de su postura
derechista. Con el nombramiento de Valls, François Hollande corre el riesgo de
perder por la izquierda sin garantía de ganar por la derecha.
Cambiar de equipo sin
cambiar de política no es muy convincente. Es como en futbol: cambiar de
entrenador sin modificar el juego no garantiza la victoria. Para una Francia
ganadora sería necesario cambiar de equipo y de política
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