miércoles, 7 de noviembre de 2012

La austeridad es una amenaza para la paz



La austeridad es una amenaza para la paz

El mismísimo fondo Monetario Internacional(FMI), empieza a dudar de la validez de la austeridad para resolver la crisis económica y financiera europea y española.
La austeridad, para resolver la crisis, es el credo del FMI. Su directora, Cristine Lagarde, rompió el tabú a mediados de octubre en Tokio, donde se reunía la organización.
El FMI, niega haber cambiado de política, pero la realidad está ahí y parece haberle abierto los ojos.
Las medidas de austeridad impuestas a Grecia, Portugal, Italia y España, solo hacen empeorar la situación de estos países, llevándolos a la depresión.
Las disminuciones de salarios unidas al aumento de impuestos y tasas, retraen la consumición, privan al estado de recursos y ahondan aún más el déficit.
Esta espiral infernal desespera a los ciudadanos, los hace salir a la calle y los empuja hacia los brazos de los nacionalistas y extremistas de todo pelo
La crisis financiera arrastró a la economía, después la crisis social y una crisis política que puede amenazar la paz, eso por lo que la Unión Europea recibió el premio Nobel de la paz a primeros de octubre.
Esta situación es muy peligrosa, al ver todas esas banderas con la cruz gamada que sacaron a pasear los manifestantes, en la calles de Atenas, cuando Angela Merkel visitó Grecia, significa que lo peor no está definitivamente excluido.
Las derivas nacionalistas, los intentos por manipular la democracia en países como Hungría, Polonia o Rumanía, amenazan la paz en Europa.
El antiguo presidente de Portugal Jorge Sampaio, relevaba recientemente este síntoma inquietante para la solidaridad, elemento constitutivo de la democracia.
Durante años, decía Sampaio, se hablaba de Europa, ahora se habla de Europa del norte y de Europa del sur.
Hay palabras que valen discursos. La austeridad no solo agrava la situación de los países en crisis, amenaza el seguro de paz que son la democracia y la construcción europea.
Las reformas son evidentemente necesarias, pero los gobernantes harían bien en hacerlas de forma que no nos conduzcan a un mal peor del que nos querían curar.

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