
Esta gigantesca movilización ciudadana
demuestra que cada ciudadano comprendió perfectamente que estos crímenes atentaban contra la libertad de prensa, contra la libertad de todos, contra los
valores fundamentales del Estado de derecho democrático que preserva la
exigencia primera de la sociedad: la de vivir juntos en el respeto de las
diferencias.
Ese formidable y reconfortante sobresalto
popular, muestra a esta sociedad occidental que con tanta frecuencia se la acusa,
sobretodo por los fundamentalistas, de su materialismo y su depravación, sigue
siendo una sociedad despierta, vigilante, movida por un profundo ideal
republicano. Una sociedad que sigue en pie frente a los terroristas que
intentan ponerla de rodillas.

Ese sobresalto de civilización,
desgraciadamente, deja de piedra a los
yihadistas, encerrados en su deriva obscurantista y su locura destructora. Sería
necesario que ese sobresalto se concretice y que los jefes de Estado sobrepasen
sus divergencias para encontrar respuestas a estos actos barbaros.

También se debe atacar las
raíces del mal. Tenemos que saber que el terrorismo al que estamos
confrontados, tiene su origen en la Tormenta de Oriente Próximo, los conflictos
sirio, iraquí, afgano, la cuestión palestina, Libia o Yemen, una compensación
mórbida a su malestar.
El sobresalto al terrorismo
debe tomar forma en una resolución para encontrar, de una vez por todas, respuestas
políticas a los problemas que lo alimentan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario