Dos semanas de negociación para tan poco es más bien una decepción. Los millones gastados en esa reunión, para ese resultado, estarían mejor empleados en combatir el hambre o en medidas concretas para combatir los gases a efecto invernadero.
Aparentemente, la degradación climática, aún no es bastante fuerte ni suficientemente visible, para convencernos de la necesidad de tomar medidas importantes.
Estados Unidos, el país que más poluciona en el mundo no ve el problema.
Obama, que parecía más sensible a este problema, dio marcha a tras ante medidas apremiantes, que serían mal vistas por sus ciudadanos grandes consumidores de energía.
China en cambio avanza un poco, los problemas medioambientales toman en este país dimensiones dramáticas.
Durante sus Juegos Olímpicos, tuvieron que cerrar las fábricas que más polucionaban para permitir respirar a los atletas y eso marca.
La responsabilidad no es la misma en todos los países, eso hace que un acuerdo sea difícil. Parece que los participantes a la conferencia de Durban se dieron cuenta que es necesario tomar nuevas medidas que quedan por definir.
Esto parece ser lo más importante a lo que se llegó en Durban, la verdad bastante poco para la urgencia climática.
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