La escena del
escándalo policial se extiende en EEUU. Después de Ferguson (Misuri), Cleveland
(Ohio) y Nueva york llega Phoenix, en Arizona, tocadas por el inquietante
fenómeno.
Un negro
desarmado fue abatido por un policía blanco que creía haber detectado un arma
en su bolsillo. Este nuevo error de connotación racista, echa leña al fuego de protestas y enfado a través de los EEUU contra la impunidad, a
veces, propuesta(parece) por la justicia, de las intervenciones brutales de la
policía.
La policía se
enfrenta al intenso fuego de críticas abrumadoras, justificadas, por
comportamientos abusivos de autoridad. Los
errores no son nada nuevo, pero a ese ritmo, toma la apariencia de vicio. La
policía americana tiene un verdadero problema!
Los policías no
tienen la tarea fácil, arriesgan su vida en cada intervención. No es nuevo en
el país de los cowboys, donde las armas de fuego tienen condición de vacas
sagradas. El cambio se sitúa en otra parte.
Los atentados
del 11 septiembre de 2001 traumatizaron a los americanos, que de pronto se
sintieron vulnerables. De ahí puede venir esa sensación de inseguridad
exacerbada, que ejerce una influencia sobre las intervenciones policiales, una
policía equipada como militares, de esa forma, su misión es combatir al enemigo
más que proteger a la población.
Siempre
existieron, como en el resto de la población, policías
buenos y malos, personas de mente abierta y otros llenos de prejuicios, a veces
rayando el racismo. Por ejemplo, cuando el color de la piel es considerada como
indicio de delincuencia y los controles de identidad, con frecuencia orientados
hacia los negros, mientras los uniformes los llevan en mayoría blancos, existe un problema!
La llegada al
poder de un presidente de piel oscura no consiguió cambiar el rostro de los
EEUU
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